domingo, 12 de octubre de 2014

Rey y Reina en el Altar.

Puede que esto de incorporar piezas del ajedrez en concreto el rey y la reina pueda resultar bastante chocante y quizás hasta una ofensa. No obstante, pensemos y analicemos este echo.

Reina: 
Sin duda alguna, la pieza con la que todos asociamos el mayor poder y jamas sacrificaríamos a menos que
sea para hacer jaque mate. Es La Pieza (con mayúsculas) que todo jugador adora, y que más que nada detesta perder pues en ella reside el mayor poder. Y creo que el mayor tiempo de la partida lo pasamos pensando en como destruir a la del rival en vez de como acabar con su rey.
Resulta curioso que sea una figura femenina la que posea la habilidad de moverse por el tablero casi a cualquier sitio. Es una pieza luchadora y guerrera; la esposa del rey. Me recuerda en ese sentido mucho a las Diosas Celtas.
Entre los celtas como ya sabréis a la hora de la lucha, de la batalla, las mujeres no se quedaban en el poblado esperando a ver como resultaba esta, se ponían sus armaduras e iban también. No quiero ni pensar como tiene que ser estar apunto de acabar con un guerrero y entonces que aparezca de la nada su madre con furia asesina yendo a por ti.  
Y he aquí el porque encuentro a la Reina una buena representación para la Diosa une: la feminidad, la parte guerrera de toda mujer, el ser esposa.
Aunque desgraciadamente, al igual que a la figura es a la que asociamos el mayor poder. Y si desapareciese ocurriría un enorme y clasicismo desequilibrio en el tablero, que puede llevar a perderlo todo.

Rey: 
Es la pieza entorno a la que gira el juego. Normalmente no apreciamos su poder, lo vemos como algo que
sencillamente hay que guardar y proteger a la sombra de la reina y esto lleva a muchos a su perdición, pues reduce sus movimiento. Yo soy de esas jugadoras que la pone en segunda o primera línea, porque aumenta sus lugares para huir en caso de problemas y porque también sirve para atacar. No es algo que necesite ayuda para sobrevivir, el mismo tiene su fuerza y poder, lo que pasa es que no sabemos usarlo ni apreciarlo como es debido. Y esto es lo que hace que no nos fijemos en el salvo cuando va a ser eliminado.
Es la pieza vital, no lo olvidemos, la reina sin el no es nada.
Y me recuerda al Dios por eso; según como se use: puedo ver al niño escondido entre los brazos de su madre la cual daría la vida por él, o a un guerrero dispuesto a luchar hasta el último aliento por su reina.

¿Vosotros que opináis?

Aerowen

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